lunes, 22 de julio de 2013

¿Cómo puedo regular mejor mis emociones?

Aunque las emociones nos proporcionan información valiosa sobre nosotros mismos y nuestro entorno, no es saludable estancarse en ellas. Según Gonzalo Hervás, las emociones son como un fluido: en ocasiones se desbordan brevemente, siendo relativamente sencillo volver a llevarlas a su cauce mediante estrategias de regulación emocional. Sin embargo, existen algunos factores que intensifican y alargan la duración de las emociones. Estos factores favorecen su desbordamiento y nos ponen en riesgo de padecer trastornos de ansiedad y depresión.

Uno de ellos es el propio rechazo hacia las emociones. Se tiende a pensar que nuestras emociones aparecen sin motivo o bien están ahí para molestar. Pues bien, las emociones generan algunos falsos positivos porque son señales conservadoras: al mínimo indicador de riesgo o alarma mandan el mensaje. Por ejemplo, estás en tu casa por la noche y escuchas un ruido. Probablemente sientas miedo, aunque un instante después razones que ese ruido proviene de la casa de tu vecino y no de un ladrón entrando en la tuya. Una estrategia para no amplificar las emociones negativas es reformular lo que pensamos sobre nuestras emociones, teniendo en cuenta que es normal sentirse así. En otras palabras, disociarla de una cuestión de fortaleza personal. A veces nos dejamos estigmatizar por lo que sentimos, desencadenando otras emociones negativas relacionadas con nuestro autoconcepto y autoestima. Por ejemplo, si tengo miedo puedo llegar a pensar que soy una persona débil o cobarde (en lugar de pensar que es una respuesta normal ante la situación que estoy viviendo).

Otro factor que favorece el desbordamiento emocional es el estrés. Este puede ser laboral, familiar o de cualquier otra índole. Dos conocidos síndromes consecuencia de estas situaciones son el síndrome del trabajador quemado y el síndrome del cuidador quemado. En contraposición, si experimentamos emociones positivas estamos gestionando indirectamente nuestras emociones negativas, ya que estas fluyen mejor y durante menos tiempo. Este es un buen punto para la recuperación emocional del estrés.


A modo de conclusión, desde mi punto de vista la regulación emocional es un aprendizaje continuo que nos permitirá manejar de una manera más eficaz los contratiempos y conflictos cotidianos. Aun así, podemos encontrarnos algunos obstáculos en nuestra regulación emocional. ¿Qué dificultades sociales, personales o laborales consideras que pueden afectar a nuestra regulación emocional? Yo aporto una: Cuando una persona llega al punto de padecer un trastorno de ansiedad, por norma general se le receta un ansiolítico. Esto es beneficioso a corto plazo pero contraproducente a largo, ya que la persona eliminará sus síntomas sin haber aprendido a regular las emociones estancadas.

viernes, 3 de mayo de 2013

La Depresión en ilustraciones


Depresión. En la actualidad sigue siendo un trastorno tabú, especialmente en el ámbito laboral, a pesar de su alta prevalencia. Hoy por hoy se sigue considerando una cuestión de debilidad, de pesimismo y de pereza. Sin embargo, tratar de salir de una depresión es parecido a intentar levantarte del suelo tirando de los cordones de los zapatos. Si lo consigues, es que lo que tenías no era depresión.

Matthew Johnstone es un ilustrador neoyorkino que tuvo la experiencia de estar instalado en una depresión. A raíz de su situación, decidió escribir un libro: I had a black dog. His name was depressionen el que comparaba la depresión con un enorme perro negro al que tenía que hacer frente día a día. Sobre el mismo comentaba:

Una de las cosas coherentes que he descubierto escribiendo este libro es que la gente en el fondo quiere ser comprendida. Quiere que se la entienda. Quiere que le confirmen que no está volviéndose loca. Y también quiere tener esperanza.”

Este libro me resultó interesante desde el punto de vista psicológico. Puede facilitar mucho la labor de empatizar con los síntomas de una persona, ya que en los criterios diagnósticos como el DSM IV, sólo te describen dichos síntomas de manera aséptica.







sábado, 23 de febrero de 2013

¿Por qué a estas alturas de la vida sigue habiendo prejuicios?


Tarantino me dejó fascinada con el discurso del Coronel Hans Landa en “Malditos Bastardos”. Me pareció que no podía expresar mejor las raíces de un prejuicio y cómo éste puede llegar a parasitar una mente humana:


Hans Landa: Verá, si tuviera que decidir qué atributo comparte el pueblo alemán con un animal diría que el instinto de un halcón depredador. Pero si me preguntan, diría que los judíos comparten los atributos de la rata. El Führer y la propaganda de Goebbels dicen prácticamente lo mismo pero nuestras conclusiones difieren en que yo no lo considero un insulto. Imagine por un momento el mundo en el que vive la rata: un mundo hostil, es cierto. Si entrara una rata correteando por esa puerta, ¿la recibiría con hostilidad?
LaPadite: Supongo que sí.

Hans Landa: ¿Alguna rata le ha hecho algo para despertar esa animadversión en usted?

LaPadite: Propagan enfermedades. Y te muerden.

Hans Landa: Las ratas causaron la peste bubónica, pero hace mucho tiempo. Piense una cosa: Cualquier enfermedad que propague una rata, una ardilla también puede. ¿Está de acuerdo?

LaPadite: Oui.

Hans Landa: En cambio, las ardillas no le producen la misma animadversión que las ratas. ¿O sí?

LaPadite: No.

Hans Landa: Todos son roedores. Y salvo por la cola, incluso se parecen, ¿no?

LaPadite: Una reflexión interesante, Coronel.

Hans Landa: Pero por muy interesante que la reflexión pueda ser, no influye ni lo más mínimo en lo que siento. Si una rata entrase aquí mientras charlamos, ¿le ofrecería un delicioso vaso de leche?

LaPadite: Seguramente no.

Hans Landa: Lo imaginaba. No le gustan, aunque no sabe por qué no le gustan. Sólo sabe que le repugnan.


¿Es un ser cruelmente despiadado el personaje de Hans Landa? Sí, pero no es en lo que me quiero centrar. Un prejuicio es algo muy emocional e irracional que, como decía el Coronel, si está bien instaurado es difícil de modificar con una reflexión.

Prejuicios tenemos todos, en mayor o menor medida y muchas veces sin ser conscientes de que los tenemos. ¿Pero por qué los tenemos? Porque en el fondo nos protegen de lo desconocido y lo peligroso. En ocasiones nos asusta relacionarnos con alguien porque es diferente, porque no le conocemos demasiado bien, o socialmente no tiene muy buena fama. Incluso por las tres cosas.

Esto es de perogrullo, pero nuestro miedo a los que no conocemos no debería servirnos nunca como excusa para discriminar a determinados grupos o para darles menos oportunidades. Bien es cierto que un prejuicio es prácticamente inocuo cuando se encuentra individualmente. Si tu vecino tiene un prejuicio hacia ti, que eres musulmán, como mucho te hará algún desplante de vez en cuando. Algo con lo que puedes convivir perfectamente. El problema está cuando el prejuicio aparece en grupos de personas, que pueden llevar a cabo acciones devastadoras sombreadas por el miedo. Sin duda, un claro ejemplo de estas acciones grupales fue el Holocausto.

Es importante saber que un prejuicio pocas veces se aproxima a la realidad, porque esta es muy variada. Aunque sí que puede acabar condicionándola. Cuando no se espera mucho de una persona, al final tiende a ser de esa manera que describe el prejuicio y eso sirve de justificación a los propietarios del mismo.



domingo, 16 de diciembre de 2012

Construir sobre logro

Las personas con daño cerebral pasan por una Rehabilitación Neuropsicológica con el objetivo de compensar las funciones cognitivas que tenga alteradas, como pueda ser la memoria, la atención, la planificación...

Para compensar estos déficits se construye siempre a partir de las funciones cognitivas intacta, a partir de lo que la persona es capaz de hacer: Si conserva la memoria, esta puede ser una excelente para entrenar la planificación.

De hecho, una norma no escrita en la rehabilitación es no terminar nunca una sesión con una tarea que la persona no haya conseguido realizar. Se suele volver a la anterior tarea que haya dominado.

A esto se le llama construir sobre logro. Ser consciente de los logros hace que nos sentamos eficaces. Sin la sensación de eficacia es muy difícil llegar a tener la motivación suficiente para alcanzar una meta. Algunos logros pueden parecernos algo simple (como pueda ser planificar qué haré dentro de una hora o conseguir concentrarme para leer algo) pero para una persona que tiene daño cerebral se vuelven muy complejos e inalcanzables. Hay que tener en cuenta que las funciones cognitivas quedan fácilmente afectadas por accidentes y difícilmente se puede hacer vida normal sin ellas.

Con bastante seguridad, la mayoría de los que leéis esto no tenéis ningún daño cerebral. Esto lo vemos como "de lejos". Pero bien es cierto que todos tenemos nuestras miserias. Nuestras metas frustradas. Y también nuestros logros.

Considero importante no olvidarnos de estos últimos. Es importante apoyarnos en los logros para tratar de compensar nuestras miserias. El objetivo de esto no debe ser sólo aumentar la motivación sino que comenzar a trabajar por los logros nos abre caminos hacia lo que no conseguimos hacer. Rompe la parálisis. Y suele ser una ruta más eficaz que resignarnos a aceptar nuestras miserias.

domingo, 15 de enero de 2012

El doble filo de la Profecía autocumplida en Eduardo Manostijeras



Retomé la película de Tim Burton, Eduardo Manostijeras hace relativamente poco, aunque ya la había visto muchas veces durante mi infancia. La sensación con la que me quedaba justo después de verla era que se portaban de manera muy injusta con el protagonista, sobre todo teniendo en cuenta que él en el fondo era bueno.
Tenemos en un principio, un hombre con un rasgo que le diferencia de los demás: posee  tijeras en lugar de manos. Al mismo tiempo que las tijeras son una bendición para él también son una maldición: Por un lado puede crear formas peculiares e imaginativas con los setos y el pelo de las personas, pero por otro, puede destruir cualquier cosa que toque.
A lo largo de la película, Edward (sí, aunque suene tan Cullen, le llaman así) pasa de ser una persona habilidosa y extraordinaria a convertirse en un monstruo horrible que aniquila todo cuanto toca. Respecto a esto me pareció muy interesante el hecho de que las expectativas que tienen los demás hacia él se acaban cumpliendo. Al principio, cuando llega al nuevo barrio, la gente muestra mucho interés y curiosidad por él y por su habilidad para crear. Esas expectativas que tienen los demás hacen que su creatividad se expanda. (Video - Hasta el min 2)


Posteriormente, ocurre algo que trastoca todo y que hace que los demás cambien la concepción que tenían de Edward, quedando como un delincuente, una persona fuera de control con unas manos potencialmente peligrosas. Todo lo que hace a partir de ese momento es percibido como una agresión, aunque haya cortado a alguien por casualidad o sólo tratase de salvar a alguien de un peligro. (Video - Hasta el min 2:30)


De este modo, puede verse a través de esta película un claro ejemplo de Profecía autocumplida. La profecía autocumplida es una predicción que, una vez hecha, es en sí misma la causa de que se haga realidad.
Hay algunos casos especialmente destacables de Profecía autocumplida, como pueda ser el Efecto Pigmalion en el ámbito estudiantil (las expectativas de los profesores influyen en el rendimiento de los alumnos), en el rechazo, la discriminación, el estigma hacia los trastornos mentales, el racismo... (cuando una persona percibe el rechazo de los demás tiende a encerrarse más en sí misma, encontrando los demás una razón que justifica su rechazo).
"Si una situación es definida como real, esa situación tendrá efectos reales" Robert K. Merton.
Fuentes: 
- Scissorhands 20th
- Profecía autocumplida (Wikipedia)

lunes, 19 de diciembre de 2011

No es deshonor no alcanzar una cosa, sino cesar de poner los medios

Bueno, antes he estado haciendo una práctica que me ha gustado bastante. Me ha parecido cuanto menos esperanzadora y de amplia aplicación en la vida diaria. Trata sobre las metas que escogemos a la hora de resolver problemas y cómo estas metas condicionan nuestros resultados. Empecemos pues.

Por un lado, las personas que tienen metas de aprendizaje persiguen aumentar sus habilidades y mejorar la realización de una determinada tarea. En segundo lugar las personas con metas de ejecución están interesadas en demostrar su habilidad, preferentemente en obtener un juicio positivo y evitar uno negativo. Hay que destacar que dichas metas no son una dicotomía, hay un bonito continuo entre ambos polos: una persona puede tener a la vez metas de aprendizaje y de ejecución. Hay varias causas para decidirse por unas u otras:

Una de las causas para decantarse por una u otra meta es la concepción de la inteligencia que se tenga:

Algunas personas conciben la inteligencia como algo fijo y estático que viene dado por la propia genética y que no va a ser modificado por la experiencia diaria. Estas personas tienden a escoger una meta de ejecución.

En cambio, otras  personas tienen la concepción de que la inteligencia es algo plástico, que se puede desarrollar día a día, principalmente por el esfuerzo que se realice y por las estrategias para el aprendizaje y  resolución de problemas que se utilicen. Cuando se concibe de este modo, la persona tiende a una meta de aprendizaje.


Un factor que afecta a la elección del tipo de meta es lo evaluativa que sea una situación. Si esta es fuertemente evaluativa o competitiva todas las personas nos convertimos en buscadores de metas de ejecución.

Del mismo modo, una persona con una alta autobservación y autocrítica se va a sentir más evaluada por situaciones cotidianas, así que va a tener una meta que tienda más a la ejecución. Con este tipo de meta su atención estará más centrada en el yo, porque está constantemente tratando de sacar conclusiones sobre si es más o meno hábil. Así que el hecho de no dedicar toda la atención a la tarea, puede mermar los resultados de ésta.

En cambio, cuando una situación no es muy evaluativa,  o bien la persona no se siente demasiado juzgada, entonces es más fácil que sucedan metas de aprendizaje.


Otra cuestión que incide en el tipo de meta es hacia qué parte del trabajo se orientan sus intereses:

Si se está más interesado en el proceso - en cómo resolver la situación, en las estrategias utilizadas o en lo que se va a aprender de esa experiencia para utilizarlo en otras - es más probable que se tenga una meta de aprendizaje. Siendo así, no valorará el éxito fácil porque con él no aprende nada. Por eso, quien tiene una meta de aprendizaje tiene más motivación que con una meta de esfuerzo.

En contraposición, las personas que están más preocupadas por los resultados tenderán a tener una meta de ejecución. Suelen alegrarse y sentirse aliviados tras un éxito fácil. Además de esto, las emociones que experimentan durante la tarea interfieren con el aprendizaje y dificultan el desarrollo de dicha tarea, ya que los recursos atencionales no se dedican en exclusiva a la resolución de esta.


Por último, otras de las causas que influyen en el tipo de meta que se tenga es cómo se conciba el esfuerzo y los errores. Las personas con metas de aprendizaje no conciben el éxito sin esfuerzo, sino que lo consideran relevante. En su noción de competencia está incluida la habilidad sumada al esfuerzo, ya que comprenden este como un potenciador de la habilidad. Los errores son comprendidos como oportunidades para aprender de la situación.

Por otro lado, las personas con metas de ejecución no valoran positivamente el esfuerzo porque tienen una concepción fija de las habilidades. Piensan que cuanto más esfuerzo deban emplear están demostrando menor habilidad (habilidad como contrario del esfuerzo). Por esta razón valoran el éxito sin esfuerzo, ya que consideran que destaca su habilidad para obtener mejores resultados. Consideran los errores como evidencia de una baja habilidad, luego estos no son bien recibidos.


"No es deshonor no alcanzar una cosa, sino cesar de poner los medios." Séneca

Fuente: Teoría de la atribución causal.

domingo, 2 de octubre de 2011

Malabarismos de lo incongruente.

No sé exactamente qué finalidad tengo pensada al escribir esta entrada, pero supongo que es el hecho de haber vislumbrado otra posible causa del estrés y tensión emocional. Otra que evitar.

Una situación sobre la que se tienen dos pensamientos contrarios. U otra en la que hayas actuado de manera contraria a cómo deberías. Estás situaciones incongruentes están dominadas por la magnifique disonancia cognitiva.

La disonancia cognitiva provoca tensión emocional en la persona que la tiene. De casualidad he encontrado esta imagen y al mismo tiempo una metáfora bastante fiel a la tensión de la que hablaba.


Si tiras de los dos extremos de la cuerda - con dos pensamientos contrarios - la cuerda se tensa en exceso, no avanza hacia ningún lado. E incluso, no sé hasta qué punto puede llegar a romperse en dos pedazos debido a la tensión (?).

Esta tensión se hace más pequeña cuando tus decisiones y actos van por caminos parecidos o al menos cuando no son contrarios. A esto se le llama romper o reducir disonancia. Para , en este momento, ese es el objetivo: obtener calma cuando aclaras tus ideas. Romper disonancia.

A pesar de mi particular obsesión con este objetivo, tengo claro que es tan dañina la duda constante, la incertidumbre y la indecisión sobre cualquier asunto mundano… Como decidir instantáneamente acorde a mi forma de ser.

A muchos les gustaría que existiera eso de tener una forma de ser, así decidir las cosas sería infinitamente más fácil. Pero por suerte o por desgracia estamos en constante cambio. Y el cambio implica confrontar ideas, tensar la cuerda y llevarla hacia el lado que más te convenza.

A veces incluso puedes dejar que otros jueguen contigo a tirar de la cuerda en una u otra dirección. Cuando no sabes hacia qué lado ir pueden ser de bastante ayuda. Otras veces, aunque no les has pedido que jueguen contigo, intentan tirar de la cuerda porque no les parece bien por dónde vas. En cualquier caso, tú eres quien decide quién juega contigo a la cuerda.

miércoles, 24 de agosto de 2011

La inseguridad delante de los demás


Hace un rato estaba leyendo sobre la inseguridad personal. En concreto en esta página, en la que he encontrado una definición bastante aceptable:

La inseguridad personal es básicamente una característica que nos hace dudar de nuestra capacidad para tomar decisiones y afrontar nuevos retos. Sentimos miedo de tomar una decisión errónea y obtener consecuencias negativas que no vamos a poder afrontar.

He pensado en concreto en si la seguridad o inseguridad te hace estar más o menos predispuesto a relacionarte con los demás. A ser más o menos tímido. Creo que la siguiente teoría psicosocial lo refleja con certera precisión:


“Zajonc (1965) propuso que la presencia de otros congéneres activa procesos de facilitación o inhibición social. Cuando estamos ante otras personas (…), estamos más alerta, físicamente activados y motivados, por lo que ponemos más empeño en las tareas que estamos realizando.

Este aumento en el nivel general de (…) activación [condiciona] las acciones que con mayor probabilidad emitirán los sujetos en una situación dada:

- Cuando los sujetos realizan tareas bien aprendidas o fáciles para ellos, (…) el aumento de activación (producido por la presencia de otros) mejorará su rendimiento.

- Cuando los sujetos realizan tareas que no han aprendido bien o que les resultan difíciles, el aumento de activación empeorará su rendimiento (inhibición social).”

(Las expresiones en negrita pretenden remarcar que la valoración sobre lo que haces es subjetiva, ya que la seguridad que tienes en la tarea depende de tus expectativas, de si estás acostumbrado a ser muy exigente o muy poco contigo).


Quizás no es algo que pasa siempre, pero he podido observar que con el tiempo la inseguridad suele ir conquistando cada vez más terreno. Al igual que la seguridad, lo que es alentador.

Creo que en parte esto ocurre por la activación que produce la presencia de los demás. Sólo en parte, claro, porque también tienes ahí tus expectativas particulares. Pero en general esto implica que cuanta más seguridad tienes en las decisiones que tomas o en lo que haces, más tiendes a relacionarte con los demás, precisamente porque su presencia te motiva: te sirve como refuerzo positivo, alentándote a que te muestres más en público.

Por el contrario, cuanta más inseguridad tengas, menos querrás mostrarte ante los demás. Principalmente para evitar la ansiedad que supone que “se den cuenta” de lo que haces mal. En este caso, Chuck Palahniuk está muy acertado con la frase “La histeria sólo aparece cuando hay público”.


La problemática de la inseguridad llega cuando una pequeña duda concreta sobre tí se va convirtiendo en una duda generalizada sobre prácticamente todo lo que haces, así que no es demasiado extraño que acabes dudando hasta de tu habilidad para relacionarte con los demás.

Si piensas que no eres hábil relacionándote con ellos, seguramente cuando vas a hacerlo tienes una ansiedad importante a que te descubran y te rechacen.

Esas dudas sobre tus habilidades hacen que te relaciones cada vez menos o que sólo lo hagas con personas de mucha confianza (porque te encuentras más cómodo en esa intimidad).

Relacionándote menos te restas oportunidades que te puedan demostrar que eres hábil en tus relaciones con otros. A esto se le llama Profecía Autocumplida y en mi opinión es una importante actriz en esta película, porque este tipo de sesgo hace que se perpetuen comportamientos que en un principio solo se creen que son así.

miércoles, 15 de junio de 2011

Think about it

En momentos en los que nos molesta que un hecho, una circunstancia – o una persona – exista, es bonito recordar que lo que piensas en ese momento no es lo que hay ahí fuera, es sólo una interpretación basada en lo que piensas de ello.

Sería recomendable no olvidar que algún día ni siquiera podías representar en tu interior todo lo que te rodeaba. Podías sentir a los objetos y las personas. Podías verlos, tocarlos, olerlos o lo que fuera, pero no llegabas a procesarlos ni a recordarlos cuando desaparecían de tu vista. Si estabas jugando con tu balón y te lo guardaban en un armario, para ti el balón dejaba de existir, puesto que no lo veías.

Sí, probablemente eras un ser adorable, pero eras muy pobre de pensamiento. Y precisamente por esta pobreza de pensamiento ni siquiera puedes recordar que esto te ha ocurrido.

Ahora ya has crecido. Ahora representas en tu mente lo que ves, oyes, tocas, chuperreteas y hueles. Incluso lo interpretas, le das un significado. Y no hace falta que esté delante de tus narices, solo tienes que recordarlo. Ahora puedes recordarlo. Si te lo ocultan ya no es un impedimento para que sepas que existe.

En estos momentos el problema estriba en que a pesar de estar oculto, lo que quieres que desaparezca de tu vista permanece en tu mente. Aunque sí, ahora mismo también eres más mayor y sabes que si no está a la vista, no tienes porqué continuar pensando en ello. Que ya son ganas de hacer doble el sufrimiento: cuando vivas la situación y cuando no la vivas pero te la recuerdes.

Y sí, cuando la vives puede que lo pases mal, pero cierto es que además de la capacidad de pensar en lo que vives, también se te concedió la capacidad de cambiar lo que piensas. Ahí queda eso.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Happiness pill

Bueno, llevo un tiempo dándole vueltas a los beneficios e inconvenientes de la toma de medicamentos del tipo antidepresivos y ansiolíticos.

Desconozco el funcionamiento total de la sanidad pública y en concreto, de la parcela de salud mental, así que solo hablo de casos concretos. Desde mi experiencia cercana he podido observar que los tratamientos existentes en mi Centro de salud para trastornos como la ansiedad o la depresión están prácticamente (si no exclusivamente) monopolizados por este tipo de fármacos. Este tipo de tratamiento se me antoja bastante reduccionista, es restar posibilidades a la recuperación a muchos pacientes.

Cuando se acepta tomar estos fármacos quizás no se tengan claros los inconvenientes que pueden tener.

Por un lado, pueden aparecer efectos secundarios. Algunos paradójicamente cercanos al trastorno en concreto. Otro efecto secundario que me parecía destacable son problemas en la memoria.

Por otro lado, hay dificultad para abandonar este tipo de medicamentos, ya que pueden generar adicción en quien los toma. Por eso se retiran bajo revisión médica y de forma gradual, para intentar minimizar este inconveniente tanto como se pueda.

No se conocen sus efectos a largo plazo, principalmente porque muchos no llevan más de diez años en el mercado y no deberían tomarse de forma continuada durante más de 6 meses o un año.

Si se toman durante cortos periodos de tiempo pueden ser útiles aún a sabiendas de que dejarlos no va a ser tarea fácil. Los fármacos van a funcionar como un empujón a corto plazo, para encadenar con una terapia psicológica, que sí es a largo plazo y permite a la persona aprender estrategias duraderas para que no haya recaidas. Si solo se toman dichas pastillas, la mejora solo va a ser aparente. Cuando se dejen de tomar, se podrá recaer con mucha facilidad.

Los fármacos no son la única vía para romper el círculo vicioso de estados como la depresión o la ansiedad generalizada, por lo en mi opinión estos fármacos deberían restringirse a casos muy concretos.

Por desgracia, ya que puedes hacer algo para recuperarte sin necesidad de fármacos, la depresión y otros estados tienen fama de ocurrir “porque el sujeto quiere estar así”. Por desgracia no ocurre así: una persona que padece una depresión no sale de ella entre otras cosas porque su forma de actuar es la mejor que conoce. La más útil en esos momentos.

lunes, 16 de mayo de 2011

¿Quién eres, W?

Por favor, te agradecería que dejaras algún tipo de información tras de tí, un link al blog en el que escribes o algo por el estilo. No deja de ser muy extraño contestar a una letra.
Un saludo

jueves, 12 de mayo de 2011

La culpa fue del cha cha cha

He empezado a escribir esto porque me resulta curioso como algunas personas se culpan a sí mismas por sus emociones y otras le echan la culpa a la situación que provoca su emoción(¿Estoy en la jaula porque quiero... o alguien de fuera tiene la llave?)


Las emociones son algo útil porque permiten que nos adaptemos a situaciones. He tenido el placer de encontrarme diversas opiniones ante ellas: desde personas que las glorifican hasta otras que las odian y que viven con la ilusión de no tener ningún tipo emoción, simplemente porque no las expresan.

Eso sí, las emociones dejan de ser útiles cuando no se expresan bien o cuando permanecen durante mucho tiempo. Es entonces cuando las emociones útiles pasan a ser inútiles. Mientras que las primeras nos permiten conseguir objetivos, las segundas nos bloquean y nos ponen trabas.


Útil vs Inútil

Preocupación Ansiedad

Tristeza Depresión

Enfado con uno mismo Culpabilidad

Apuro / fatiga Vergüenza

Enfado Ira

Molestia Irritabilidad


Las emociones, tanto útiles como inútiles están causadas y mantenidas por varias cosas :

(A) El hecho que la dispara

(B) Lo que pensamos.

(C) Lo que hacemos.

· El hecho que la dispara

Es el acontecimiento que desencadena tanto la emoción como los pensamientos y conductas que van unidos a ella.

· Lo que pensamos.

Lo que pensamos (lo que nos decimos) cuando ocurre la situación es lo que desencadena la emoción, no la situación como tal.

También se piensa algo de la emoción que tenemos. En este caso mi emoción (por ejemplo ansiedad) se convierte en la situación (A) que genera una emoción, que va a ser más ansiedad. Esta emoción surge porque pienso que “no puede ser que esté tan ansioso” (B) y por pensar esto sobre mi emoción, probablemente me bloquearé ante mi objetivo, que es disminuir la ansiedad y no voy a actuar en consecuencia (C).

A esta ansiedad (B) provocada por una emoción se la llama “ansiedad por el síntoma”.

· Lo que hacemos

Según lo que pensamos, actuamos en consecuencia. Por ejemplo, si mi percepción de la situación es que es peligrosa, probablemente huya. De este modo, tampoco tengo la posibilidad de comprobar si realmente es peligrosa o no, pero al menos “estoy a salvo”.


A mí lo que me interesa es saber qué pesa más cuando tenemos determinada emoción, si la situación, lo que pensamos o lo que hacemos.

Primero hay que saber, que muchos de los pensamientos que generan las emociones inútiles son pensamientos automáticos, que tenemos en todo momento, no solo cuando hay emociones que no sirven. Los pensamientos automáticos disparan activación automática. Es por esto que creemos que “no podemos controlar una emoción” y también que no nos planteamos que estamos pensando algo ante una situación o que yo la pueda ver de manera diferente a ti, de forma subjetiva (que yo tenga miedo a los perros por mi pensamiento, no quiere decir que sea normal o anormal tener miedo a los perros).

Lo mejor que se puede hacer, tanto con las emociones (útiles o inútiles) como con la situación que las dispara es aceptarlas como válidas y totalmente normales. Sobre todo para no agravar el asunto con otras emociones como culpabilidad o ira.

Puesto que, a pesar de todo, responsabilizamos a la persona del cambio de la emoción inútil, no hay que olvidar que no es tarea fácil darse cuenta de los pensamientos automáticos y ampliar y contrastar lo que se piensa sobre el tema, para ampliar el punto de vista que se tiene. Y de hecho, si se actúa intentando contrastar ese nuevo punto de vista, a pesar de que la emoción se disparará, uno se podrá demostrar que realmente la situación no era como se pensaba y la emoción acabará decreciendo por sí misma.

Es complicado, pero es posible.


Si te interesa el tema, hay más información en:

Vera, M y Roldan, G (2009) Ansiedad social. Manual Práctico para superar el miedo. Editorial: Psicología Pirámide.

sábado, 26 de marzo de 2011

Esta es la gota que (no) colmó el vaso

Cuanto más nos activamos es más probable que esa activación se transforme agresión. Esto nos recuerda al magnífico dicho de fue la gota que colmó el vaso, como si fuera necesario descargar la activación en algo o alguien.

Es lo que afirma la hipótesis de la catarsis: Cuando tú estás expuesto a situaciones estresantes, si liberas de forma voluntaria la agresión, liberarás esa tensión que habías acumulado, controlando así la situación. Por ejemplo, en vez de romperle la nariz a tu jefe, haces boxeo. Después de hacer boxeo te sientes mucho más relajado y piensas que has disminuido las posibilidades de “arrear” a tu jefe en un escenario más que controlado.


Es cierto que te deja muy a gusto pegar a un saco (o a una vaca), pero eso no significa que hayas disminuido las ganas de pegar a tu jefe. Haciendo boxeo no has liberado tu tensión, te has activado más: Al haberte activado más y al haber actuado de forma violenta, es más probable que seas más agresivo con tu jefe. Es lo que dice la hipótesis de la transferencia de la activación: Cuanto más nos activamos (aunque no sea por una situación concreta) es más probable que esa activación se transforme agresión.

Y además la activación se transfiere en forma de agresión de una manera más incontrolada. Es decir, intentar liberar tensiones de forma controlada es una bonita utopía. Lo cual no significa que seamos como hojas que bailan al son que marca el viento de la activación, ya que con esa activación se pueden hacer ciertas cosas para que no desemboque en agresión (Esta agresión también puede ser verbal, no restrinjamos el concepto al maravilloso mundo de los golpes).

Rebajarla. Utilizar técnicas de relajación. Suelo mencionarlas como esas grandes desconocidas, no especifico cuales… pero vamos que haberlas haylas, como las meigas.
Re-interpretar la situación. Sin olvidar que lo que pensamos del mundo no es la verdad, es tu verdad. Quizás no puedas cambiar el mundo, pero si que puedes cambiar tus pensamientos, puesto que son tuyos.
Por seguir con el ejemplo, la cosa cambia mucho cuando piensas que estás en ese trabajo para siempre y que las humillaciones de tu jefe van a acabar por destruirte que cuando piensas que es una situación de trabajo temporal, que no constituye todo tu tiempo y que una cosa es lo que intente tu jefe y otra cómo reacciones tú, habrá que ver si consigue que tú te sientas humillado.

Emplearla en alguna actividad. Aunque creo que dependiendo de la actividad puede que acabes más activado y tiendas más a la agresión. Es el mayor problema que veo: cómo distinguir entre si estás dedicando la activación que ya tienes o si la estás incrementando, porque la sensación final de extrema relajación incluso cuando la situación te activa.
Supongo que esta elección es más personal, pero particularmente pienso que una actividad sirve para canalizar tu energía cuando te mantiene ocupado (quizás de una manera mecánica), te estabiliza emocionalmente y cuando te desvincula de las situaciones que más te activan.
Por si te interesa el tema:
Baron, R. y Byrne, D. (2005): Psicología Social. Editorial Pearson Education.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Apegado a ti

"El apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus cuidadores o figuras de apego. Le proporciona la seguridad emocional de ser aceptado y protegido incondicionalmente. Según la Teoría del Apego, el estado de seguridad, ansiedad o temor de un niño viene bastante determinado por la accesibilidad y capacidad de respuesta de sus cuidadores, persona con la que se establece el vínculo.
Este planteamiento también puede observarse en distintas especies animales y que tiene las mismas consecuencias: la proximidad deseada de la madre como base para la protección y la continuidad de la especie."

Si por lo general los padres están accesibles y atienden a las peticiones del niño, éste aprenderá a confiar en ellos y cuando crezca también en otros adultos (relacionándose de una manera similar a como observó que le trataban). Si los padres aceptan las emociones y conductas del niño incondicionalmente (planteándole alternativas cuando el niño no actúa como se le pide) y muestran interés por lo que le interesa al niño, éste último se sentirá eficaz. Si las cosas ocurren más o menos de este modo, el niño tendrá un estilo de apego seguro: Por lo general no rechaza ni la soledad ni la necesidad de los otros y regula sus emociones con más o menos éxito. Por otro lado es capaz de confiar en los otros (y de dejar de confiar cuando la situación se vuelve perjudicial) y tiene sensación de eficacia y cierta iniciativa.


En cambio, si el niño no ha aprendido a confiar en los adultos le costará más sentirse eficaz. Si ocurre así, cuando sea adulto tenderá a un estilo de apego inseguro. Este estilo de apego se puede dividir en tres:
Evitativo: Tiende a rechazar la intimidad y lo emocional, aunque eso no quiere decir que sea independiente, es muy proclive a la dependencia emocional. Apenas se expresa emocionalmente.
Ambivalente: Tiende a ser muy pasional con las relaciones de intimidad y llega a extremos emocionales, tanto positivos como negativos. Se expresa emocionalmente pero más en términos de explosión emocional. También tiende a la dependencia emocional.
Desorganizado: Tiene rasgos de los anteriores.

Dicho estilo de apego no es una sentencia, puede cambiar con el paso de los años. De hecho cambia sin que uno se lo proponga: cuando te relacionas muy estrechamente con alguien con un estilo de apego distinto al tuyo el estilo de ambos pasa a ser una mezcla. Por eso es destacable, que una de las formas de pasar a tener un estilo de apego seguro es tener una relación con alguien de estilo de apego seguro.



Puede incluso que se desee el cambio, ya que existe una especie de admiración hacia el estilo seguro.Se le mira como cuando de pequeño mirabas a cualquier niño que tenía un juguete que tú soñabas con tener. Creo que es reconfortante haber tenido un buen trampolín desde el que saltar (unos padres que te hayan proporcionado esos cuidados), pero que también es muy satisfactorio encontrar la forma de evolucionar y moverse por uno mismo una vez me he dado cuenta de dónde había echado el freno.

Me gustaría encontrar o trazar una ruta que vaya desde cualquier estilo de apego inseguro hacia uno seguro. Por un lado, tengo en cuenta que el hecho de identificarse con el adjetivo inseguro es estigmatizante. Sería importante no sentir rechazo por alguien que, por las circunstancias que sean, ha estado condicionado durante años a actuar de determinada manera. Sobre todo, cuando ese alguien eres tú mismo. Si se diera la casualidad de que un día "dejas" de ser inseguro para llegar a ser seguro... ¿Sentirías rechazo por quien sí lo es?


Creo que depende mucho de donde coloques el ideal. De hecho, a alguien que considere admirable tener emociones extremas puede disgustarle saber que lo que admira es considerado como inseguro. Creo que es importante aceptar todas las posibles acciones como válidas, ya que a la persona le son útiles (estén dentro de una categoría llamada evitativo, ambivalente, gafas o triángulo, eso es lo que menos importa). Otra cosa es decidir que una conducta me beneficia más que otra (¡y decidirse a experimentar con esa en concreto!).

http://talvodevil.blogspot.com/2011/01/mi-sombra.html

Otra forma de experimentar y practicar estas acciones es el Psicodrama. Es una forma de psicoterapia inspirada en el teatro de improvisación y concebida inicialmente como grupal o psicoterapia profunda de grupo. Creo que es una manera de sentirse más cómodo con conductas nuevas, como pueda ser expresarse emocionalmente, a regular las emociones, a confiar más en otras personas... Utilidades hay muchas. Lo importante es que sea una manera de ensayar lo que se está dispuesto a ser.

jueves, 3 de marzo de 2011

¿Preocupación?

Una definición bastante literal de la pre-ocupación sería “Tratar de ocuparse de algo antes de que haya ocurrido”. Con esa distancia temporal puede que ni siquiera tenga información para asegurarme de que va a ocurrir como pienso, pero sí tengo mecanismos más o menos acertados (depende de la ocasión) que me ayudan a predecir lo que va a pasar.

Por un lado atribuyo la causa de mi preocupación a los hechos externos: Pienso que no tengo nada que ver con que la situación me parezca horrible. Cuando percibo los hechos, no tengo una fotografía exacta de la situación en mi cabeza, más bien percibo la situación dando significado a algunas partes concretas que destacan porque son importantes para mí: Interpretando.

Pueden ser importantes porque me haya ocurrido directamente a mí. Si es así me marcará más que si me lo ha contado otra persona o si solo lo he visto ajeno a mí.
En cualquier caso, dependiendo de mi interpretación (mi cristal) atenderé, percibiré y memorizaré más a los hechos que más importantes me parecen e interpretaré cualquier característica ambigua de la situación como evidencia para sostener lo que pienso.
Además, puede parecerme muy probable que la situación vaya asociada a consecuencias nefastas. De nuevo, esto no tiene porqué ocurrir así, pero es más seguro pensar eso que arriesgarme a comprobarlo.

La preocupación no deja de ser ilusión de control sobre la situación. Aunque es cierto que tener esta sensación de control y eficacia te hace estar más motivado y tener más rendimiento… La preocupación no es lo mismo que la ocupación. Con la preocupación creo que la activación emocional y pensar mucho en el tema me mantendrá preparado para cuando ocurra algo terrible.
En realidad no me prepara para la situación porque cuando estoy preocupado por ella, la voy a experimentar emocionalmente como si estuviera ocurriendo en este momento, angustiándome sin ocuparme de nada. La ansiedad que se genera en el proceso me paraliza y esa parálisis no me ayuda a ser más eficaz en la situación. Más bien me ayuda a evadirme creyendo que estoy ocupado cuando es obvio que con esa parálisis es muy complicado que vaya a generar nuevos recursos o alternativas para afrontarla.

Y una vez sé esto, podré tener cuidado con cómo percibo el futuro en función de hechos pasados y mis interpretaciones. Sobre todo cuando no derivan de experiencias directas o no se puede hacer nada para actuar (por ejemplo, pensar que sería horrible si mi familia tuviera un accidente de coche) porque será más fácil demostrarme que las cosas no tienen porqué ocurrir así que teniendo una experiencia en la que apoyar la preocupación.
En caso de que me haya ocurrido a mí, es más complicado demostrarme que las cosas pueden ocurrir de otra manera, pero por lo general, enfrentarse a la situación abiertamente suele ser lo más eficaz.
Uno cree que evitar la situación va a permitirte no angustiarte por ella. Pero por desgracia, querer evitarla no quiere decir que lo vayas a conseguir. Tú no eres ajeno a esta posibilidad de que tu control falle, y eso también va a generarte angustia y va a seguir alimentando las interpretaciones preocupantes.

Es tremendamente sencillo instar a alguien a que se enfrente sin más a la situación que le provoca pavor (o simplemente “cosilla”), pero no tan sencillo hacerlo. Por esta razón, no es recomendable olvidar que va a haber angustia cuando te enfrentas a algo temeroso, pero esta va a acabar por decrecer ante la situación. Si no, siempre se puede utilizar técnicas de decremento de ansiedad. Suena a polvo de hadas, pero realmente hay muchas muy buenas. Además hay otras técnicas que pueden ponerte en situación pero con un guión para actuar (visualizaciones) e incluso para ensayarlas como si fueran reales. Es otra manera de ponerse en situación.

sábado, 12 de febrero de 2011

¿Qué afecta a la manipulación?

Lo primero a tener en cuenta es la diferencia entre manipulación y persuasión. La persuasión es un conjunto de técnicas asertivas que impelen a la persona a que acceda a tus peticiones. Mientras que la manipulación tiene el mismo objetivo pero utiliza otros medios que no son asertivos (como pueda ser hacer sentir culpable a la persona, dar lástima…).
Esta diferencia es importante para hacer ver que querer que alguien acceda a tus peticiones no implica pasar por encima de los demás ni usar medios “sucios” (puede que no se sea consciente de que se están utilizando. Generalmente, para la persona manipuladora son más métodos persuasivos).

Vamos a suponer una situación en la que hay dos personas, en cuya relación una cede más que otra. Particularmente quiero destacar cómo afecta la situación a la persona manipulada, independientemente de cómo se comunique de “normal” (si inhibe sus peticiones, las expresa de forma asertiva, agresiva…). Hay algunos aspectos de la situación para que ésta se perpetúe:

Cuando una persona hace un favor a otra le presenta ante sus ojos una ley (no escrita) de reciprocidad, según la cual la persona que recibe el favor cree que está en deuda. Es una forma de ganar poder sobre esa persona, por lo que es más probable que ceda ante una petición del otro que sobrepase ciertos límites.
Cabe destacar también, que cuando esa persona te pide algún favor pequeño y lo aceptas, estás más dispuesto a aceptar favores mayores que te pueda pedir posteriormente (es una técnica de persuasión denominada “Técnica del pie en la puerta”). Estas dos situaciones ocurren porque se ha hecho hincapié en la creencia de la persona de que es generosa, por lo que le va a costar actuar contrario a esa creencia.

También puede pedirte que des respuesta afirmativa a la pregunta ”¿Me puedes hacer un favor?” antes de especificar las condiciones o modificándolas en el transcurso de los hechos, una vez ya hayas aceptado. Como has aceptado en principio, es para uno más complicado negarse posteriormente a ayudar a esa persona.

Relacionado con el tema de ceder ante las peticiones ajenas… ¿a quién ayudamos?
A quien nos agrada: Cuando una persona nos agrada (por su forma de pensar, su apariencia, por compartir buenos momentos con ella, porque nos halague, nos haga sentir bien…) es más fácil que le ayudemos, que cedamos ante lo que nos pida. Cabe destacar una técnica persuasiva llamada congraciamiento, que implica agradar a la persona y hacerle ver que se tienen muchas cosas en común para ganarse su confianza.
Cuando nos percatamos de que una persona que nos agrada trata de manipularnos tenemos dos pensamientos incongruentes (“Me agrada” y “Trata de manipularme”) también llamado disonancia congnitiva. Como se prefiere tener pensamientos congruentes (que se apoyen unos a otros) puede que se reste importancia y no se quiera ver el nuevo hecho: “Trata de manipularme”.
Otra opción es excusar la conducta de la persona, convenciéndose de que es algo temporal (“Trata de manipularme porque está pasando por un mal momento. Se le pasará y aprenderá a comunicarse mejor”) o incluso tratar de cambiarla uno mismo.
También puede que se decida tratar menos a esa persona a fin de no tener que hacer frente a sus manipulaciones. En este caso empezarán a verse más claros los aspectos negativos-manipulativos. Aun cuando te siga agradando la persona mientras te estés percatando de todos esos aspectos negativos, los positivos irán perdiendo relevancia en tu definición de esa persona.

A quien se parece a nosotros: Si esas dos personas se parecen físicamente o comparten formas de pensar o se ha empatizado con él/ella (te has puesto en su lugar) puedes ver más de ti en esa persona… y será más sencillo ceder ante sus peticiones.

A quien lo merece: Si la persona manipuladora consigue despertar lástima o culpabilidad en nosotros, probablemente pensaremos que merece esa ayuda (y que además no nos cuesta nada ayudarle) y estaremos más dispuestos a proporcionarla.

Conocer todo esto no solo sirve para sentirse un poco más vulnerable, sino para conocer debilidades sobre las que se pueden construir otras respuestas que nos permitan elegir y esquivar peticiones no deseadas.

sábado, 29 de enero de 2011

¿Quién se ha llevado mi queso?


Este fragmento pertenece al mencionado libro, de Spencer Johnson.

Una mañana llegaron al depósito de Queso Q y descubrieron que no había queso.

No se sorprendieron. Desde que los ratones Fisgón y Escurridizo empezaron a notar que la provisión de queso disminuía cada día que pasaba, se habían preparado para lo inevitable y supieron instintivamente qué tenían que hacer. Se miraron el uno al otro, tomaron las zapatillas de correr que llevaban atadas y convenientemente colgadas al cuello, se las pusieron en las patas y se anudaron los cordones.

Los ratones no se entretuvieron en analizar demasiado las cosas.

Para ellos, tanto el problema como la respuesta eran bien simples. La situación del depósito de Queso Q había cambiado. Así pues, Fisgón y Escurridizo decidieron cambiar.

Ambos se quedaron mirando hacia el inescrutable laberinto. Luego, Fisgón levantó ligeramente la nariz, husmeó y le hizo señas a Escurridizo, que echó a correr por el laberinto siguiendo la indicación de Fisgón, seguido por este con toda la rapidez que pudo.

Muy pronto ya estaban en busca de Queso Nuevo.

En lugar de pensar en el cambio es más productivo aceptarlo, husmear dónde crees que puede estar y correr hacia él...

domingo, 23 de enero de 2011

Persiguiendo mi sombra

El concepto psicodinámico “sombra” hace referencia a los propios aspectos negativos que no acepto en mí mismo y para no verlos en moi, los proyecto en otros. Además de la proyección, surgen sentimientos negativos hacia las personas en las que hemos proyectado.
¿Cómo podemos conocer nuestra sombra? Observando los sentimientos negativos que surgen hacia dichas personas. Eso quiere decir que estamos proyectando en dichas personas algo que no queremos ver en nosotros mismos: Si yo considero que mi mejor amigo es egoísta porque no me quiere dejar dinero y siento rabia hacia él por este hecho… Quizás debería plantearme si yo mismo me considero egoísta en ciertas ocasiones, pero no me permito serlo.

La aceptación sombra es una gran fuente de autoconocimiento. Una vez he localizado qué aspectos propios proyecto más a menudo, el siguiente paso para no volver a proyectarlos en otros sería aceptarlos en mí. Aceptar que a veces pueda ser egoísta, que no es tan malo ser egoísta, al fin y al cabo. La aceptación de la sombra trabaja la extensividad hacia otras: Incrementa la empatía (entenderé los motivos que tiene mi amigo para no dejarme dinero) y disminuye el prejuicio porque ya no me limito al estereotipo de egoísta, si no a una definición de la persona o de sus actos.

Por otro lado, también disminuye la culpabilidad hacia uno mismo, porque mis metas ya no son tan exigentes respecto a lo que realmente soy. Me permito ser más cosas que hace tiempo. De este modo es más sencillo que mi autoestima sea alta por dos razones:

1. Porque no tendré una
abismal diferencia entre mis yo ideal y mi yo real.
2. No me restringiré a un número limitado de ámbitos.

(Lo señalado en negrita son dos causas importantes de una baja autoestima).
Galindo, A. (2003). Inteligencia emocional para jóvenes. Editorial: Pearson Education.


jueves, 16 de diciembre de 2010

The change


Yo soy, y soy de muchas maneras. Me defino y ese es mi autoconcepto. Yo tengo cierto ideal de cómo quiero ser. Lo comparo con lo que soy… ¿Y entonces qué pasa? Depende de lo que se parezcan lo que soy y lo que quiero ser. Cuanto más parecidos sean, mayor será mi autoestima. También depende de cómo me percibo, si por ejemplo me he fijado solamente en ciertos aspectos negativos me costará más alcanzar mi ideal de perfección. Si mi ideal es muy exigente, la distancia entre el ideal y lo que yo soy crecerá exponencialmente y de manera inversa a mi autoestima.

Cuando estás a disgusto con lo que eres sueles sentirte culpable, sin tener en cuenta, que tus aspectos son sólo hábitos (más o menos consolidados, pero hábitos).
Una posibilidad es pensar que esa es tu forma de ser, pero considerar lo que eres como algo inamovible solo dificultará un posible cambio.

Un breve comentario de Jorge Bucay (en uno de sus libros, si no recuerdo mal) fue el siguiente (intentaré transmitirlo lo más fielmente posible):
“Te voy a pedir que te cruces de brazos. Como puedes observar, cruzas un brazo por encima del otro… Si estuvieras en grupo, podrías ver que no todos cruzáis el mismo brazo por encima. Ahora intenta cruzarlos a la inversa, el que estaba por debajo encima del otro. Comprobarás que te cuesta más, porque romper un hábito es costoso… pero si sigues durante un rato con los brazos cruzados de este modo vas a ver cómo ya no te resulta tan extraño…”

Culparse por un hábito que no te beneficia. Es tan útil como culparse por cruzar los brazos de una manera u otra. Y además no te ayuda a cambiarlo. De hecho provoca el efecto contrario. Es importante darse tiempo, no forzarse al cambio porque precisamente es cuando no se va a producir. Esos aspectos pueden estar provocados por una situación en concreto y como tal se pueden cambiar… pero también se pueden aceptar como una reacción normal teniendo en cuenta la situación en la que estoy. Liberando de presión todo vuelve a fluir un poco más

Una manera de cambiar los aspectos que te disgustan podría ser comportarse justo de la manera que quieres ser, porque acabarás cambiando y volviéndote de esa manera para romper la disonancia que se ha creado entre lo nuevo que estás haciendo y lo que tú piensas que eres. De este modo te identificarás con lo que estás haciendo, adoptando lo nuevo como hábito.
Esto tiene su reverso oscuro de la fuerza, ya que como uno tiende a identificarse con lo que hace, puede llegar a considerarse menos valioso después de un fracaso. Realmente vales intrínsecamente, no por lo que haces. Aunque te definan, tú no vales lo que valgan tus acciones (además de que ese valor es relativo: un fracaso para ti puede ser considerado un logro para tu vecino).

Volviendo a la autoestima, también suele decrecer cuando te defines en pocos entornos. No es lo mismo definirte como estudiante y amigo que como estudiante, amigo, pintor, pareja, escritor, cinéfilo… Cuantas menos definiciones de ti mismo tienes más te va a afectar que una de ellas falle y más te va a costar cambiar una de ellas o compensarla con otra, porque para ti esa en concreto tiene mucho peso para tu propia definición.
Esta es una de las causas por las que la depresión, al aislar a la persona en dicho estado, baja la autoestima que da gusto. Por eso, y por el propio bienestar en general, es bueno darle a la autoestima la importancia que se merece.

Y por si quieres leer más:
-Inteligencia emocional para jóvenes (Antonio Galindo)
-Tus zonas erróneas (Dyer)
-Autoestima, Guías de intervención en Psicología Clínica (Marisol Mora, Rosa Mª Raich)
-Un manual de psicología social tampoco está de más todo en esto.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Los beneficios secundarios de estar mal.

“Para Piaget (...) el concepto de desarrollo tiene una entidad diferente al de aprendizaje y al de maduración. Estos últimos, junto con los que Piaget llama experiencia social, son factores que intervienen en el proceso de desarrollo, pero que por sí solo no lo explican. Piaget invoca otro factor fundamental: la equilibración, un concepto complejo que hace referencia a la propiedad de los seres vivos de reorganización interna o tendencia a superar desequilibrios provocados por distintas fuentes de perturbación. Dentro de esta concepción, el aprendizaje tiene límites impuestos por el propio desarrollo (el nivel de desarrollo que alcanzado por un sujeto determina qué puede aprender) pero a su vez, los nuevos aprendizajes impulsan el desarrollo mental hacia estados de mayor equilibrio…”(*)

No todo lo que se aprende beneficia al aprendiz. Cuando aprendes que el equilibrio está en el malestar puede ser que no te estés haciendo mucho bien, pero aun así actúas como aprendiste.
¿Por qué? Porque es útil. No hay razones fijas, depende de lo que a ti te haga más falta, de lo que menos habilidades tengas para conseguir y por eso te veas empujado a formas que hacen pupita. Son los beneficios secundarios de estar mal. Aparecen cuando piensas…

...que te verás recompensado a la larga si lo haces, porque piensas que el mundo es justo y restablecerá ajenamente a ti todo lo que haya estado desequilibrado antes.

...que tienes que esperar a estar terriblemente enfermo para pedir algo para ti o para que te cuiden, incluso más de lo que necesitarías de normal.

...de manera pesimista porque temes ilusionarte y decepcionarte si empiezas a hacerlo más optimistamente.

Y más, pero no soy tan original como para seguir poniendo ejemplos de situaciones. Realmente te compensan, no es que estés tarado. Es que es una buena manera, pero pregúntate a ti mismo por cuanto tiempo estás dispuesto a soportar el malestar por conseguir cuatro cosas buenas. A esto se le llama falsa conciencia y es ver solo las partes buenas de una situación y las malas olvidarlas.

Si no quieres cambiar, al menos se consciente de que el mal te lo provocas tú, nada de echar balones fuera. Tampoco olvides que el principal perjudicado eres tú (de nuevo). No lo hagas por los demás ni por el qué dirán. Si piensas que el mundo es justo, que tiene que venir alguien a hacerte las cosas o que lo malo y lo bueno dependen de fuera y no de ti… te estás quitando muchas posibilidades de encontrarte mejor actuando tú.

Sí, cuesta. Y sí, puede que no hayamos sido conscientes hasta ahora. Y éstas tampoco te sirven como excusas.
Cualquier actitud como el pesimismo, el optimismo, el hacerse cargo de uno mismo o dejar que los demás se responsabilicen fluye. No importa lo que te beneficie o perjudique. Fluye. Se mantiene en el tiempo porque vas a seguir haciendo lo que te resulta útil y por eso es más fuerte que otras que vayan en otra dirección.

Imagina por un momento un rio que lleve mucho tiempo fluyendo por el mismo lugar. Cuando un afluente incide en él, abre un surco, pero no cambia su dirección a no ser que éste sea muy fuerte, constante o que sean más numerosos. Como cuando actúas optimistamente y ves ideas pesimistas (y al revés). Abren un surco en ti, pero no te cambian a no ser que éste sea muy fuerte, constante o que sean más numerosos.

El cambio está ahí y depende de ti también. Porque tú no eres solo un rio que recibe corrientes de aquí y de allá y le moldean. Ese cambio no solo depende de lo que viene, si no de cómo reaccionas a eso. Si cuando ocurre algo bueno no quieres tenerlo en cuenta y cuando algo malo ocurre lo magnificas (o al revés, de nuevo) te perderás una parte importante de la información… Y así no hay quien aprenda a encontrar un equilibrio que le satisfaga.

(*) http://www.ucm.es/info/psicoevo/Profes/IleanaEnesco/Desarrollo/PsDesarrolloEnesco.pdf