jueves, 25 de febrero de 2010

Medito, luego existo.


En el libro “La Meditación” de R. Calle puede leerse lo siguiente:

Desde su estado de semidesarrollo hasta su estado de desarrollo completo, la consciencia atraviesa por las siguientes fases: inestable, confusa, estable e inestable, concentrada y plenamente unificada. Las tres primeras fases son comunes a todo ser humano, y sólo las dos últimas se consiguen mediante el entrenamiento meditacional. Sólo estas dos últimas fases proporcionan visión clara, sentimiento de completud, estabilidad psicomental y sabiduría.

El acto de meditar suele comprenderse como algo difuso, dificil de entender, y por tanto, de ejercer. Para mí significa una especie de parada general con todo. Cinco minutos de silencio mental. De cuestionarme si el opio que consumo – por inercia – me satisface o sólo me distrae de mi camino.

Cuando somos criaturitas inocentes, un poco más independientes que justo después de haber salido de las caderas de mamá, podemos ver que tenemos una especie de llave para ser felices, que tenemos para usar… y la capacidad de muescarla las veces necesarias como para que siga encajando con nosotros.

Y es curiosísimo además cómo los adultos temen esta capacidad para muescar y nos distraen con cosas más importantes. En el mundo occidental la felicidad depende muy poco de uno mismo y mucho de lo externo, a ojos de muchos. La mítica oportunidad de pedir tres deseos seguramente quedara resuelta en tres hermosos tipos de opio disfrazados de felicidad. Muchos simulan con precisión… aunque en el algún momento del camino dejan de satisfacer.

Por eso es necesaria esa parada, para encontrarme con lo que quiero yo, para muescar yo, para que no introduzca un hierro oxidado por la cerradura – y ahora es cuando te ries porque crees que esto es un chiste fálico y no! Es que me ha salido asi sobre la marcha - y solo porque tenga la misma forma me hagan pensar que es la llave que me conducirá a un mundo maravilloso. Para gritar en silencio por un rato. Para no pensar en nada. Para estar con yo. Para vaciarse… porque solo una taza vacía puede llenarse de cosas nuevas.

¿Y la imagen por qué? Te preguntarás. Me gusta mucho, es de la peli "Yo soy Sam".

domingo, 21 de febrero de 2010

Muchos ansían la fórmula de la felicidad…

...Y bueno, hay una de la desdicha (D) en función de las expectativas y de la realidad de Dennis Pragger.

D = E – R

A mayor expectativas, menor felicidad (mayor desdicha) y al verrés.

¿Quiere decir esto que cuanto más bajas sean expectativas más feliz voy a ser?

Noooo…

Quiere decir que si las expectativas de que algo bueno suceda superan a la realidad (que eso bueno no ocurra) la felicidad decrece. Pierdes la esperanza que se dice.

Parece que la responsabilidad cae demasiado en la realidad, en el hado. Oh! Misterio! ¿Seré feliz o no lo seré? Uy, pues ya se verá eh… Depende de lo que decida el destino.

Y.. cuanto más rígida es una expectativa más fácil es que no se ajuste a la realidad. Con esto digo que si me planteo lo que ocurra como un “blanco o negro” tengo muchas probabilidades de pasarlo peor. Porque habré de enfrentarme a la desdicha. Y un gran secreto que me contó Barry Stevens en una de sus páginas es:

La felicidad consiste en permitir que todos los sucesos sucedan.

No quiere decir que me resigno, quiere decir que lo encajo. Que busco lo bueno de esa situación. Aunque sólo tenga de bueno lo que pueda aprender de ella.

Muchas veces no podemos prever qué nos va a pasar, pero cuando si podemos es bueno buscarle lo bueno a todas las posibilidades. Crearlas si hace falta… Eso aumenta mucho la flexibilidad de las expectativas (FE). Asi que cambio la formula a como a mi me sirve más:

D = R - FE

(Así me gusta más ^.^)

A parte de esto, me gusta que la atención tenga una curiosa propiedad: Aumenta lo que enfoca. Cuanto más atención prestas a algo más importante parece: si es algo bueno, magnífico se torna, y si es malo, como que no tan bueno, oye…

Muchos pueden pensar que es absurdo, que no sirve. Pero... si me fijo en lo bueno de lo más imperceptible, mi existencia se vuelve mejor… y seguro que amortiguarán mucho mejor los golpes.