Aunque
las emociones nos proporcionan información valiosa sobre nosotros
mismos y nuestro entorno, no es saludable estancarse en ellas. Según
Gonzalo Hervás, las emociones son como un fluido: en ocasiones se
desbordan brevemente, siendo relativamente sencillo volver a
llevarlas a su cauce mediante estrategias de regulación emocional.
Sin embargo, existen algunos factores que intensifican y alargan la
duración de las emociones. Estos factores favorecen su
desbordamiento y nos ponen en riesgo de padecer trastornos de
ansiedad y depresión.
Otro
factor que favorece el desbordamiento emocional es el estrés. Este
puede ser laboral, familiar o de cualquier otra índole. Dos
conocidos síndromes consecuencia de estas situaciones son el
síndrome
del trabajador quemado
y el síndrome
del cuidador quemado.
En contraposición, si experimentamos emociones positivas estamos
gestionando indirectamente nuestras emociones negativas, ya que estas
fluyen mejor y durante menos tiempo. Este es un buen punto para la
recuperación emocional del estrés.
A
modo de conclusión, desde mi punto de vista
la regulación emocional es un aprendizaje continuo
que nos permitirá manejar de una manera más eficaz los
contratiempos y conflictos cotidianos. Aun así, podemos encontrarnos
algunos obstáculos en nuestra regulación emocional. ¿Qué
dificultades sociales, personales o laborales consideras que pueden
afectar a nuestra regulación emocional?
Yo aporto una: Cuando una persona llega al punto de padecer un
trastorno de ansiedad, por norma general se le receta un ansiolítico.
Esto es beneficioso a corto plazo pero contraproducente a largo, ya
que la persona eliminará sus síntomas sin haber aprendido a regular
las emociones estancadas.
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