sábado, 29 de enero de 2011

¿Quién se ha llevado mi queso?


Este fragmento pertenece al mencionado libro, de Spencer Johnson.

Una mañana llegaron al depósito de Queso Q y descubrieron que no había queso.

No se sorprendieron. Desde que los ratones Fisgón y Escurridizo empezaron a notar que la provisión de queso disminuía cada día que pasaba, se habían preparado para lo inevitable y supieron instintivamente qué tenían que hacer. Se miraron el uno al otro, tomaron las zapatillas de correr que llevaban atadas y convenientemente colgadas al cuello, se las pusieron en las patas y se anudaron los cordones.

Los ratones no se entretuvieron en analizar demasiado las cosas.

Para ellos, tanto el problema como la respuesta eran bien simples. La situación del depósito de Queso Q había cambiado. Así pues, Fisgón y Escurridizo decidieron cambiar.

Ambos se quedaron mirando hacia el inescrutable laberinto. Luego, Fisgón levantó ligeramente la nariz, husmeó y le hizo señas a Escurridizo, que echó a correr por el laberinto siguiendo la indicación de Fisgón, seguido por este con toda la rapidez que pudo.

Muy pronto ya estaban en busca de Queso Nuevo.

En lugar de pensar en el cambio es más productivo aceptarlo, husmear dónde crees que puede estar y correr hacia él...

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