jueves, 3 de marzo de 2011

¿Preocupación?

Una definición bastante literal de la pre-ocupación sería “Tratar de ocuparse de algo antes de que haya ocurrido”. Con esa distancia temporal puede que ni siquiera tenga información para asegurarme de que va a ocurrir como pienso, pero sí tengo mecanismos más o menos acertados (depende de la ocasión) que me ayudan a predecir lo que va a pasar.

Por un lado atribuyo la causa de mi preocupación a los hechos externos: Pienso que no tengo nada que ver con que la situación me parezca horrible. Cuando percibo los hechos, no tengo una fotografía exacta de la situación en mi cabeza, más bien percibo la situación dando significado a algunas partes concretas que destacan porque son importantes para mí: Interpretando.

Pueden ser importantes porque me haya ocurrido directamente a mí. Si es así me marcará más que si me lo ha contado otra persona o si solo lo he visto ajeno a mí.
En cualquier caso, dependiendo de mi interpretación (mi cristal) atenderé, percibiré y memorizaré más a los hechos que más importantes me parecen e interpretaré cualquier característica ambigua de la situación como evidencia para sostener lo que pienso.
Además, puede parecerme muy probable que la situación vaya asociada a consecuencias nefastas. De nuevo, esto no tiene porqué ocurrir así, pero es más seguro pensar eso que arriesgarme a comprobarlo.

La preocupación no deja de ser ilusión de control sobre la situación. Aunque es cierto que tener esta sensación de control y eficacia te hace estar más motivado y tener más rendimiento… La preocupación no es lo mismo que la ocupación. Con la preocupación creo que la activación emocional y pensar mucho en el tema me mantendrá preparado para cuando ocurra algo terrible.
En realidad no me prepara para la situación porque cuando estoy preocupado por ella, la voy a experimentar emocionalmente como si estuviera ocurriendo en este momento, angustiándome sin ocuparme de nada. La ansiedad que se genera en el proceso me paraliza y esa parálisis no me ayuda a ser más eficaz en la situación. Más bien me ayuda a evadirme creyendo que estoy ocupado cuando es obvio que con esa parálisis es muy complicado que vaya a generar nuevos recursos o alternativas para afrontarla.

Y una vez sé esto, podré tener cuidado con cómo percibo el futuro en función de hechos pasados y mis interpretaciones. Sobre todo cuando no derivan de experiencias directas o no se puede hacer nada para actuar (por ejemplo, pensar que sería horrible si mi familia tuviera un accidente de coche) porque será más fácil demostrarme que las cosas no tienen porqué ocurrir así que teniendo una experiencia en la que apoyar la preocupación.
En caso de que me haya ocurrido a mí, es más complicado demostrarme que las cosas pueden ocurrir de otra manera, pero por lo general, enfrentarse a la situación abiertamente suele ser lo más eficaz.
Uno cree que evitar la situación va a permitirte no angustiarte por ella. Pero por desgracia, querer evitarla no quiere decir que lo vayas a conseguir. Tú no eres ajeno a esta posibilidad de que tu control falle, y eso también va a generarte angustia y va a seguir alimentando las interpretaciones preocupantes.

Es tremendamente sencillo instar a alguien a que se enfrente sin más a la situación que le provoca pavor (o simplemente “cosilla”), pero no tan sencillo hacerlo. Por esta razón, no es recomendable olvidar que va a haber angustia cuando te enfrentas a algo temeroso, pero esta va a acabar por decrecer ante la situación. Si no, siempre se puede utilizar técnicas de decremento de ansiedad. Suena a polvo de hadas, pero realmente hay muchas muy buenas. Además hay otras técnicas que pueden ponerte en situación pero con un guión para actuar (visualizaciones) e incluso para ensayarlas como si fueran reales. Es otra manera de ponerse en situación.

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