jueves, 1 de julio de 2010

Al estilo del ave fénix

En el torrente de pensamientos que transcurren y casi apabullan... queda uno mismo como envuelto en mil cosas que no se conocen demasiado bien.
Uno... envuelto en pensamientos que son fruto de nuestra manera de ver la realidad, del filtro que tengamos puesto en ese momento. Ahora están tan juntos, tan neblinoso que ni recordamos ese filtro. Vemos todo oscuro y hemos olvidado que aún llevamos puestas las gafas de sol.

Sin recordar que lo que vemos depende del cristal... no nos planteamos quitarnos este para colocar otro, mediante el que todo parezca más esperanzador. Nos atrona que sólo lo parezca, porque indica que la imagen de un mundo mejor puede haber sido producto de nuestra imaginación en otro momento.
Por esto, cuando recordamos que se puede cambiar el cristal con el que vemos algo nos quema dentro, una nueva esperanza... Aun sabiendo que se puede cambiar, no sabemos cómo. La impotencia a flor de piel.
Quelle horreur! Todo parece irrremediable, irrevocable, imposible de solucionar. Y lo ideal sería continuar pensando en lo que nos preocupa para encontrar una solución y cortar con los pensamientos... Pero ya nos hemos cansado demasiado como para concluir en algo. En este momento, nos vemos como si fueramos ceniza. Y como buen ave fénix, renaceremos de ellas -aunque todavía no sepamos cómo-.

Y cambiar de cristal... ocurre, pero no en un día, ni en dos... aunque el primero sea tan necesario como el siguiente. Hasta ahora cualquier hecho, palabra, persona, recuerdo o canción sirve para recordarnos que (casi) todo lo vemos con un cristal negro muy dificil de cambiar... Y es entonces cuando debemos parar este torrente al grito de
"Eh, eh, para! No sigas por ahí... Reinicia."
Es un grito que nadie oye, que solo te recuerda que esa manera no te hace ver bien la situación, como si te obligaras a verla de otra, hasta que aparezca la que te hace bien.
Es un cambio tan imperceptible que nadie a tu alrededor puede verlo. Tú en cambio, aprecias cómo cada pequeño cambio te encamina a verlo todo bastante menos negativo. Te sientes reconfortado, brotando otra vez, como transformándote a partir de tus cenizas...

1 comentario:

  1. Como usuario de gafas ya desde hace mas de 12 años, te diré que a veces no hace falta ni cambiar del todo el cristal con que miramos, con un trapito se limpian las lentes y se ve todo mucho mas claro. No obstante y como es costumbre, AMEN a todo lo que has escrito. a ver si algun día pones algo con lo que no esté de acuerdo. Renacer es lo bueno de todo esto, siempre hay que aguantar los golpes y avanzar como dice uno que yo me se. Un abrazo.

    ResponderEliminar